Resulta que estás embarazada. Todo es ilusión, emoción, espera... Hasta que nace el bebé. O, más difícil todavía: los bebés.
Empiezas a criar y, de repente, comprendes a todas las madres del mundo, a la tuya, a la vecina y a las de más allá. Por un lado piensas "qué suerte haber nacido en esta época con lavadoras, pañales desechables, olla express/robot, ascensor, coche y reparto de tareas con el padre. Qué suerte poder tener independencia económica de mi pareja. Qué suerte tener tanta información sobre casi cualquier cosa a mano".
Y por otro lado pasea por tu mente cuando te puede el agotamiento "claro, pero mi abuela no tenía que trabajar también fuera de casa. Y además le podía dejar el niño a las vecinas. Y podía sentarse a charlar con ellas más de una tarde a la semana. Y no tenía que estar escultural y perfecta. Ni la publicidad, los amigos o los suegros le cuestionaban cada cosa que hacía con sus hijos".
Total, que nada es perfecto. Las madres hemos estado y seguimos estando presionadas. Dicen que ahora más que nunca y puede que tengan razón. Tenemos que ser madres perfectas, mujeres estupendas, amantes consideradas, trabajadoras eficaces y todo esto con la mejor de nuestras sonrisas en la cara.
Pero nosotras, mujeres poderosas, madres incansables (cuando conseguimos dormir un poco) y personas tenaces continuamos en la búsqueda del día perfecto, de hacer que cada día sea como nos gustaría. La vida la hacen los días, así que procuramos que la mayoría salgan buenos. Con todo lo que tenemos encima no es nada fácil.
No hace mucho participé en una encuesta que hizo Medela sobre cómo sería mi día perfecto. Con motivo del lanzamiento de su app My Medela, han expuesto los resultados y, la verdad, son bastante esclarecedores. Parece ser que nos las vemos y deseamos para estar donde queremos y como queremos. Pero todo puede mejorarse asumiendo una serie de pautas para estar más cerca de ese día perfecto. Os las dejo en esta infografía. ¡Buen provecho!