Hoy hice de madre coraje. A pesar de que el viento helado cortaba la cara, que las ganas de salir de mi casa calentita estaban al nivel de las arcas de Bankia, me dirigí al hospital donde daré a luz para escuchar una charla sobre la epidural y conocer el paritorio.
Con respecto a la charla de la epidural, me sirvió para conocer la versión "médica y oficial". De momento, no digo ni que sí a la anestesia, ni que no. Ya veremos. El anestesista escaneándose el interior de la nariz de vez en cuando, me dejaba poco tiempo para tranquilidades, sobre todo cuando me lo imaginaba así en el paritorio (qué palabra más fea, casi tanto como los modelos de sujetadores de lactancia).
Después fuimos a verlos. A los paritorios, me refiero, no a los mocos extraídos.
Los paritorios son individuales, con ventana, con un tono azul agradable en las paredes. Me transmitió confianza, a no ser que sea como las hamburguesas del McDonald's, que te las presentan así:
![]() |
Qué pintaca, ¿eh? |
Y te las comes así:
![]() |
Por desgracia, esta vez la realidad no supera a la ficción |
Voy a pensar que no son tan buenos publicistas como los de McRata, y que todo será tal y como lo vi. El señor anestesista nos explicó que, tras nacer la criatura, podíamos pedir que nos la dejaran encima, o que la recostaran en la cunita de al lado. Que los pediatras la verían tanto en un sitio como en otro sin mayor problema. Qué chulo, ¿verdad? Parece que algunas cosas van cambiando.
Tras terminar, de camino a la salida, me dio por comentar con otra gorda como yo (bueno, un poquito menos, en concreto, un mes menos):
- Oye, qué bien eso de que te dejen al bebé todo el tiempo después de que nazca - dije, toda inocente, creyendo que todo el mundo conocía ya lo de "piel con piel", y más aún esta compañera de curso que iba tan mona y parecía muy culta y muy interesada en todo.
- ¿Cómo? ¿Que te dejen al bebé cuándo?
- Pues contigo, que no se lo lleven a la cuna si no quieres.
- Ah... - momento de procesamiento de ideas. Os juro que la rubia, en esta ocasión, era yo exclusivamente. - Y qué más da...
- Mujer, no da igual, para fortalecer el apego, que el bebé vaya buscando el pecho y mamando... ya sabes, esas cosas - argüí, en un tono cada vez más bajito, en un intento desesperado por no enfrentarme a la cruda realidad.
- Ah... - tic, tac, tic, tac, venga, mujer, que no es tan difícil de entender - Eso... A mí me da igual...
- ¿Cómo? - mi cara, en aquellos momentos, debía ser algo parecido a esto:
![]() |
Mi cara era como esta pero con gafas |
- Que mientras el bebé esté bien, a mí me da igual - respondió, toda convencida la no-rubia.
Ante tan rotundo argumento, decidí zanjar la conversación, poco más había que decir. Yo tiré para el Metro, y ella se dirigió a la parada de taxis.
Una cosa es que decidas dejar al bebé en la cuna por un motivo propio, y otra muy distinta es que ese motivo sera la pura ignorancia. O al menos, así pienso. ¡Cuánto camino queda!