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Monstruita y su frenillo

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"Mamá, ¿de mayor podré hacerme un piercing así?"
En el hospital, a las pocas horas de nacer, nos dijeron que Monstruita tenía el frenillo sublingual corto. Médicos y enfermeros nos dijeron que no se podía hacer nada, que ya se rompería solo. Yo, que había leído sobre el tema durante el embarazo, recé por que no me afectara demasiado a la lactancia, que Monstruita no perdiera peso al no mamar bien, grietas, mastitis recurrentes y demás males apocalípticos. Además, eso de 'ya se rompería solo', repetido también por la pediatra de referencia, me sonaba a cuento chino dicho para tranquilizar.

Cuando comprobé que Monstruita se enganchaba correctamente al mamar, se me quitó parte del susto. La siguiente visita a la pediatra, me confirmó que Monstruita crecía y ganaba peso como se esperaba de ella. Y yo, a pesar de haber tenido que tomar antibióticos por distintas causas, no parecía sufrir mastitis. Pero...


Pero cuando Monstruita se enganchaba a la mama derecha, además de montar la de San Quintín porque le costaba bastante, yo veía las estrellas y las galaxias de todos los universos existentes y de los venideros. Ay, Omá, por qué será, será...

Total que, con sus apenas dos semanitas estrenando vida, Monstruita se vino conmigo a una reunión de lactancia. Yo fui convencida de que tendría que utilizar pezoneras y de que, una vez Monstruita hubiera crecido un poco más, tendríamos que cortarle ese frenillo. Pero gracias a la maravillosa asesora de lactancia, deseché todas esas ideas y salí rumiando el nombre de un cirujano pediátrico, especialista en frenillos sublinguales de bebés.

Al parecer, cuando lo de la leche de fórmula no se estilaba, a todos los recién nacidos les miraban el frenillo sublingual, ya que la tasa de incidencia era y sigue siendo de un 10% (¿se han fijado ustedes en la Cospe?), y lo cortaban en la mayor parte de los casos. Con lo del biberón, ya no había molestias en la lactancia, y simplemente se ignoraron las consecuencias que puede tener en un principio en la formación del paladar y en  la formación de la mandíbula, y en la articulación del habla más adelante.

Tras la primera consulta con el Doctor, Monstruo y yo salimos reconfortados: Monstruita tenía un frenillo tipo 3 o tipo 4 (ahí andaba), y la operación duraría escasos segundos. Así fue, y al poco de salir, me la puse al pecho, siguiendo las indicaciones del Doctor. Al principio, la pobre no atinaba con su nueva lengua, tendría que aprender a mamar de nuevo, como nos habían avisado. Pero no hubo dolor en el pecho. El día siguiente fue jodidillo, porque Monstruita sí acusó el dolor de la operación. Así que sí, le dolió (normalmente dicen que no les duele nada).

Sin embargo, esos cólicos horribles, que le hacían retorcerse durante horas y provocaban que se durmiera de puro cansancio, desaparecieron como por arte de magia. Cuando pienso que se tiró así el primero mes y medio, y que podría haberse tirado así muchos más, me entran ganas de patearles el culo a los pediatras y demás entes que confían en que el frenillo se rompa solo un siglo de estos. Con decir que casi no tengo que sacarle los gases (muchas veces mama, se duerme, y no me apetece despertarla porque veo que está tranquila), creo que está todo claro.

Mamar ahora sí es un placer, con ambos pechos y para ambas. Y si Monstruita se cabrea mientras tanto, es porque la postura en la que estamos no le gusta o no es del todo correcta.

¿El frenillo podría haberse roto solo más adelante? Sí, claro, y yo podría haber abandonado la lactancia antes por dolor, mastitis de repetición, por tomas eternas de 40 minutos de media y Monstruita podría haber vivido sus primeros meses como un auténtico infierno.

Por supuesto, luego los padres tenemos que seguir unas sencillas pautas de mantenimiento postoperatorio durante unos meses para evitar que el frenillo anterior se regenere, y para propiciar el alargamiento de ese frenillo nuevo.

No todos los frenillos son iguales ni tienen por qué ocasionar problemas. Pero cuando existen, la solución está ahí, al alcance del bisturí.

Me encantaría, de verdad, que los pediatras se pusieran las pilas sobre este tema y dejaran de ser taaaaan  moscas cojoneras conservadores. Muchas lactancias están en juego, y todos sabemos lo importante que es. Y muchos bienestares consiguientes del bebé, también.

La operación es sencilla, rápida, sin riesgo y no aporta más que beneficios. También me gustaría que esta información se difundiera entre las madres que acaban de tener un bebé con frenillo sublingual corto.

Os dejo, como colofón, un documento que podéis distribuir por ahí:




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