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Monstruita no nada nada

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Pero oye, que intentarlo, lo intentamos, ¿eh? Y es que hace una semana, con 6 mesecitos recién hechos, comenzamos a ir a la piscina.
El primer día, después del impacto de tener que volver a reconocer a su madre con esas pintas que le daban el gorro y las gafas, descubrió que su propio bañador era super chuli, y se tiró prácticamente toda la clase mirándolo. Yo la ponía boca arriba, boca abajo, sobre la colchoneta, le enseñaba la pelotita de colores... Pero daba igual su bañador molaba más que todo eso.
De hecho, de no moverse, empezó a tiritar, la pobre. Hasta qué espabiló un poco y movía las piernas, pienso que por aquellodel qué dirán más que nada. Eso sí, ni una lágrima. Y al salir, un hambre voraz (teta mediante).
El viernes pasado, repetimos. ¡Yupi! Servidora pensaba que, de una semana a otra, Monstruita no iba a recordar mucho. Pero parece ser que algo sí, y empezó a mover el culo y las piernas como si no hubiera mañana. También puede ser que supiera que las abuelas estaban al otro lado del cristal, mira que te mira, y quisiera lucirse. Por cierto, qué gran invento ese de no dejar pasar a las abuelas a la pisci, porque si no, se hubiera desbordado de tanta baba (ay, esas abues).
Pero, amigo, ese día a Monstruita y sus minicongéneres les tocaba inmersión o, lo que en el lenguaje piscinero-psicópata viene siendo "meter la cabeza debajo del agua". Un segundo, eso sí. Fueron tres veces, tres, que las conté. Porque aunque yo no soy una histérica de la vida, esas cosas me dan mucho respeto. La pobrecita mía, la primera vez, salió con los ojos como platos, sin saber muy bien qué coño había pasado. Y es que, claro, la monitora nos avisaba a nosotros, los padres y madres de las criaturas, de cuándo hacerlo pero a ellos, ¿cómo les avisábamos? Querida monitora, ¿qué pasaría si te sumergiese sin previo aviso y te dejara ahí, aunque no fuera más que un segundo?
Así qué decidí "avisar" a Monstruita con nuestro propio código: le daba tres botes, y a la cuarta, le sumergía. No funcionó mucho porque a la tercera, lloró, aunque no más de diez segundos. Pero tengo la esperanza de que lo pille antes de que aprenda a hablar y vaya a la mili. Así, por lo menos, tendré una conciencia un pelín más tranquila.
No obstante, el resto del tiempo, Monstruita no hizo otra cosa que reírse sin parar y nadar a lo oruga (deberíamos patentar ese estilo, en cuanto descubramos cómo evitar irnos hacia el fondo y flotar de una manera digna).
Al terminar, con hambre voraz de nuevo, se echó una siestecita de media hora, y ya está, como nueva, pa' qué más, que la vida está llena de estímulos interesantes.
Eso sí, servidora salió con las rodillas en escuadra de andar en cuclillas todo el tiempo. Aunque he de decir que era la primera vez que me metía a una piscina y no salía muerta matá.

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