Pues sí, ya molaba porque me gustaba su sacaleches Swing: discreto, eficaz, cómodo de usar y de transportar...
Pero, el otro día, por circunstancias, comprobé que también son serios y cumplidores. Y aquí empieza la historia de...
EL SACALECHES HUELGUISTA
Sí, así es, huelguista. Llevo poco más de un mes utilizándolo a diario. Y cierto día de la semana pasada, tras sacarme leche y guardarlo, viene una compi curiosa a preguntarme de qué va eso. Y yo, que como dice Monstruo, soy una friki de la teta, solícita me dispongo a explicarle cómo funciona.
Todo bien, hasta que le doy al botón de encendido y... ¡Ja! Que nones, que eso no se enciende. Que el sacaleches dice que trabaje horas extra Rita la cantaora. Ains... no me asusté mucho en ese instante pero llego a casa medio mosca.
Una vez en el hogar dulce hogar, le cambio de pilas dos veces y nada, que eso no va. Lo enchufo a la red, y va. Pero claro, el lugar donde me extraigo leche en el curro, no tiene enchufe, así que no me vale.
Total, que comienzo a darle vueltas y decido llamar a Medela. Me atienden dos operadoras (llame varias veces) a cual más amable y más paciente. Esto último es importante, porque yo, de natural tranquilo, me estaba alterando por momentos, pensando en qué narices iba a hacer yo hasta que me arreglaran el sacaleches. Porque ordeñarse con la mano, es cansado de narices, me deja el brazo y la mano echos polvo, y además Monstruita necesitaba su leche diaria por las horas que estoy fuera de casa.
De hecho, la primera solución que me propusieron no me valía, y tal fue mi cabreo, que colgué. Sí, vale, la pobre operadora no tenía ninguna culpa, y menos aún con lo bien que estaba haciendo su trabajo. Pero en esos momentos, yo era Monstrua-histérica-de-la-vida y no respondía de mis actos (me disculpé luego y la felicité por su atención, que conste. A veces, solo a veces, cuando soy maja, hago ese tipo de cosas).
Así que la operadora, con una tonelada de paciencia infinita y la mejor de sus sonrisas telefónicas (un pedestal a esa santa, pero ya), me buscó otra solución, una que contemplaba a los usuarios de Medela como personas, y no como meros clientes; una solución que iba un poquito en contra de las normas, siempre inflexibles, para poder adaptarse a la demanda de esa persona angustiada que llamaba (soy una agonías, síiiii, lo sé).
Al día siguiente, pude utilizar mi Medela Swing con total normalidad, y Monstruita su biberón correspondiente.
Quedé tan agradecida, que me prometí a mí misma que les debía un post. Porque igual que escribimos para quejarnos cuando algo no nos gusta, también creo que se debe felicitar y premiar a quien lo merece.
Ojalá todas las casas de aparatos eléctricos y electrodomésticos respondieran tan bien, y trataran tan bien a sus clientes. Ojalá fuera norma común el primar a la persona por encima de las reglas inflexibles.