Monstruita tiene diez meses y medio ya. En la piscina, esto se empieza a notar.
Uno de los ejercicios que tiene que hacer es trasladarse por el bordillo moviendo las manos. Hasta ahora, era yo la que le dirigía las manos. Pero esta semana, la monitora me llamó la atención: "deja que lo haga ella, que con diez meses y el tiempo que lleva, ya debería". Y, oye, dicho y hecho. Iba a su ritmo, a su aire, pero lo hacía y se divertía, que es lo importante.
Otro ejercicio, nuevo para las dos, es lo que la monitora bautizó (nunca mejor dicho) como "la medusa", y que consistía en dos churros unidos por un uno de los extremos. En medio, metías a Monstruita y hale, que se sostenga por las axilas y además, que mantenga el equilibrio y no se vuelque. Yo no las tenía todas conmigo, hasta que la monitora me dijo "suéltala". Cuando me lo dijo, pensé que la monitora era una psicópata adoradora de Herodes en sus ratos libres. No obstante, el raciocinio de madre (existe, lo juro), se sobrepuso y la solté. Y qué maravilla, Monstruita sola chapoteando, feliz. Si bien, obviamente yo estaba a menos de medio metro de ella, lista para lo que pudiera pasar.
Monstruita chapoteando con "la medusa". La calidad de la cámara no me daba para más. |
Y pasó, claro. Porque Monstruita se volcaba y hale, ¡inmersión involuntaria! De esas se llevó unas cuantas, y es alucinante comprobar cómo ya no se asusta, ni tose, y se lo toma de manera natural.
También solemos ponerles boca arriba (posición dorsal) en el agua, bien en una colchoneta, bien sostenidos por la cabeza o los hombros. En teoría, es una posición que los bebés suelen odiar porque se sienten vulnerables y desprotegidos. Monstruita, por suerte, no parece que le tenga miedo a esas cosas (de momento). Una amiga, que tiene el título de monitora de bebés, me contó que es la postura más segura para ellos, porque aprenden a flotar solos de una manera fácil y, en caso de necesidad, ya la tendrían interiorizada y la utilizarían.
La explicación es bastante coherente pero en la práctica con Monstruita, de momento no está tan claro. Monstruita se mantiene tiesa como una tabla o con las piernas dobladas y claro, ¡así no hay manera! Pero vamos, lo importante es que ella está disfrutando y no tiene miedo.
De momento, no le da por interactuar con otros bebés, aunque sí que se fija en ellos.
Y... también en mis gafas de natación. Surten un extraño hechizo sobre ella, y Monstruita se pasa la sesión mordisqueándolas sin parar. Vamos, que el cabreo que se pilla la señorita cuando se las quito, es fino. Así que creo que procuraré no dárselas en las siguientes sesiones (Nota: mis gafas de natación son graduadas, por eso las llevo. Si no, realmente no hacen falta).
Así que, digamos que lo seguimos pasando bien. Eso sí, yo le sigo echando un chorro de agua (o varios) por la cabeza cada vez que la baño, no vaya a ser que perdamos las buenas costumbres...